Todos experimentamos algún tipo de dificultad a lo largo de nuestra vida. Lógicamente, estas varían en su intensidad, tipo e interferencia en nuestras actividades cotidianas. Uno de los propósitos de nuestro trabajo es, precisamente, evaluar estos aspectos y decidir cuáles de ellos queremos trabajar para modificarlos, cambiarlos o atenuarlos, en la medida del interés de la persona y sus posibilidades actuales.
Algunos de ellos pueden ser:
Algunos de ellos pueden ser:
- Tristeza.
- Preocupación.
- Miedo.
- Ideas, mensajes, voces que no puedo compartir con quienes me rodean.
- Inseguridad.
- Muchas ganas de hacer algo continuamente y que interfiere en mi vida.
- Me ocurrió algo que no me deja en paz, y que recuerdo a menudo y me causa malestar.
- Cuando hay días en los que me encuentro muy animado, y otros en cambio muy bajo de ánimo.
- Siento que cuesta mucho o es casi imposible estar sin otra persona.
- La gente que me rodea me dicen que pareciera que no me importase su vida.
- Me resulta muy difícil salir de casa, preferiría no hacerlo casi nunca.
- Siento que los demás no son de fiar.
- Me encuentro muy nervioso, me cuesta estar tranquilo, siento inquietud a menudo.