Atribuciones causales y emociones
La forma en cómo afrontamos, ya sea el éxito o la decepción,
es un factor muy importante en la construcción, mantenimiento y reparación de
la autoestima y el autoconcepto.
Éxito
Cuando nos va bien, hacemos algo que nos gratifica, podemos
pensarlo y sentirlo de diversas formas, dependiendo de si pensamos que se debe
a cosas que están dentro de nuestro control o no, y en que medida éste depende
de nuestras capacidades, nuestra acción o de la de los otros.
• Controlable,
interno:
Fomenta y refuerza la autoestima: "¡Qué bien que lo
hice, ¡cómo me lo curré y gracias a mi!"
• Controlable,
externo:
Da lugar a la gratitud: "Qué bien que lo hicieron
(ellos) y yo, pero sin su ayuda no habría podido, dependía también de
ellos".
• Incontrolable,
interno:
Nos sitúa en la esperanza: "¡Qué suerte, ¡qué bien que
lo hizo o qué bien que lo hice gracias a los otros!"
• Incontrolable,
externo:
Aquí la emoción en general es de sorpresa: "¡Vaya! Qué
bien que lo hicieron y consiguieron aquello, no entiendo cómo pero salió bien!,
nada dependía de ellos".
Decepción:
• Controlable,
interno:
Aquí suele tener lugar la culpa y/o la rabia con uno mismo y
tendemos a especular sobre qué tendríamos que haber hecho o dejado de hacer, lo
que puede dar lugar a un análisis fructífero y a un aprendizaje, o bien a una
autocrítica destructiva: "¡Vaya!, qué rabia, tendría que haberlo hecho
mejor, qué fallo".
• Controlable,
externo:
Aquí podemos caer en la ira, pero al mismo tiempo nosotros
quedamos 'impunes' a la decepción: "¡Qué rabia, sabía que sería así, por
su culpa ha fallado todo!".
• Incontrolable,
interno:
Aquí se puede presentar la vergüenza y/o la tristeza, pero
como no dependía de nosotros, nuestro auto concepto no se ve afectado:
"Ostras…que mala pata, me siento fatal, qué mal, las circunstancias nos
perjudicaron".
• Incontrolable,
externo:
Aquí tendemos a compadecer, a comprender: "Pobre! Todo
jugó en su contra, no pudo hacer nada, no dependía de él…".
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